El factor decisivo en la historia es, en fin de cuentas, la producción y la reproducción de la vida inmediata.
(Federico Engels: El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado)
En tiempos de crisis, el conocimiento racional es el arma más poderosa para salir de ella. Siempre lo ha sido, junto con la cooperación y una visión pertinente de la realidad. Eso fue lo que sucedió con la historia de la humanidad.
(Víctor M. Toledo: “Pandemia, ciencia y política: una defensa de la 4T”)
Cuando pase la pandemia del coronavirus no nos estará permitido volver a la “normalidad” anterior.
(Leonardo Boff: “Volver a la «normalidad» es autocondenarse”)
I. La Pandemia
El mapa interactivo elaborado por el Centro de Ciencias de Sistemas e Ingeniería de la Universidad Johns Hopkins,1 nos ha permitido seguir en tiempo real la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2. Alimentado con la información de la Organización Mundial de la Salud y los Ministerios de Salud de los países azotados por la epidemia; el mapa nos ha posibilitado dar seguimiento a la velocidad con que se ha propagado la enfermedad y el número de personas fallecidas. La ciencia y la tecnología han facilitado el percibir con mayor claridad, en el tiempo y en el espacio, la dimensión global de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Nunca en la historia, la humanidad había cursado una experiencia virtual como la que las generaciones actuales estamos viviendo. El tiempo real del seguimiento de la pandemia, quizás esté forjando no sólo la comprensión de la globalidad del fenómeno, sino, también, la construcción de los cimientos de una embrionaria conciencia de universalidad.
De acuerdo con Thomas Piketty:2
“El único precedente histórico con el que resulta lícito una comparación es el de la gripe española de 1918- 1920. De esa gripe sabemos que no tenía nada de española y que causó cerca de 50 millones de muertes en el mundo (cerca del 2% de la población mundial en la época). Al analizar con minucia los datos del estado civil, los investigadores han mostrado que esa mortalidad promedio oculta disparidades inmensas, alcanzó entre 0.5% y 1% en los Estados Unidos y en Europa, mientras que en Indonesia y en África del Sur fue del 3%, en la India, más del 5%.
Eso indica claramente lo que nos debería preocupar en este momento. La epidemia actual podría alcanzar sus máximos en los países pobres, allí donde los sistemas de salud no están en situación de enfrentar semejante choque, máxime cuando esos países han sufrido las políticas de austeridad impuestas por la ideología dominante de los últimos decenios”.3
Pero, ¿qué es el SARS-CoV-2 y la Covid-19, la enfermedad provocada por el mismo? De acuerdo con Silvia Ribeiro,4 “es una cepa –la que da origen a la declaración de pandemia actual– de la familia de los coronavirus, que provoca enfermedades respiratorias generalmente leves, pero que pueden ser graves para un porcentaje de los afectados, debido a su vulnerabilidad. Forma parte de una familia amplia de virus que, como todos, muta muy rápidamente. Es el mismo tipo de virus que dio origen al síndrome respiratorio agudo severo (SARS) en Asia, y al síndrome respiratorio agudo de Oriente Medio (MERS)”.5 Por su parte, Meriadeg Le Gouil, virólogo y ecólogo de la Universidad de Caen Francia, y miembro del Grupo de Investigación sobre la Adaptación Microbiana (GRAM), descarta un “origen sintético” del virus en un laboratorio chino y considera que “si bien una transmisión directa del murciélago al hombre es “posible”, sin embargo no es la hipótesis más probable, según este especialista de los coronavirus; puesto que se requieren contactos estrechos, numerosos y frecuentes para que un virus efectúe un salto de especie”.6
Le Gouil sostiene que una opción sería la cría de otro animal salvaje, que podría ser el gato de algalia. La cría de este animal se multiplicó por 50 en el lustro precedente al surgimiento del SARS, el cual al ser capturado en el entorno salvaje fue llevado a granjas específicas lo que favoreció el nacimiento de una variante del coronavirus. “Es evidente que hay un vínculo entre el desborde de la actividad humana sobre la vida salvaje, la manera en que interactuamos con la naturaleza y la emergencia de patógenos”.7 A su vez, en una entrevista, Silvia Ribeiro ha expuesto de manera crítica sus opiniones sobre las causas de fondo que han dado origen a la pandemia, así como también de la ausencia de propuestas para modificarlas. En el punto nodal de la misma, explica:
“Rob Wallace, un biólogo que ha estudiado un siglo de pandemias durante 25 años, y que es también filogeógrafo, por lo que ha seguido el trayecto de las pandemias y los virus, dice que todos los virus infecciosos de las últimas décadas están muy relacionados a la cría industrial de animales. Nosotros –del grupo ETC y de GRAIN–, ya habíamos visto con el surgimiento de la gripe aviar en Asia, y de la gripe porcina (que luego le pusieron A H1N1 para que sea un nombre más aséptico), también del SARS, que está relacionado a la gripe aviar, que son virus que surgen en una situación en donde hay una especie de fábrica de replicación y mutación de virus que es la cría industrial de animales. Es porque hay muchos animales que están juntos, hacinados. Esto se repite tanto en los pollos como en los cerdos, que no se pueden mover, y por lo tanto tienden a crear muchas enfermedades. Hay cepas diferentes de virus, de bacterias, que se trasladan entre muchos individuos en un espacio reducido. Los animales son sometidos a aplicaciones regulares de pesticidas, para eliminar otra serie de cosas que hay dentro del propio criadero. También hay venenos en los alimentos –en general es maíz transgénico lo que se les da–. Todo está muy relacionado con el negocio de venta de transgénicos para forraje. Les dan una cantidad de antibióticos y antivirales, para prevenir las enfermedades, lo que va creando resistencias cada vez más fuertes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó a las industrias de cría de animales, sobre todo de pollos, cerdos, pero también la piscícola y la de pavos, a que dejaran de aplicar tantos antibióticos, porque entre el 70 y el 80% de los antibióticos en el mundo, se usan en la cría industrial de animales. Como son animales que tienen un sistema inmunológico deprimido, están expuestos todo el tiempo a enfermedades, y además también les dan antivirales. Les suministran antibióticos no tanto para prevenir enfermedades, sino para que engorden más rápido. Estos centros industriales de crías, desde el feedlot hasta la cría de cerdos, de pollos, y de pavos, muy hacinados, crean una situación patológica de reproducción de virus y bacterias resistentes. Pero además, están en contacto con seres humanos que los sacan a las ciudades”.8
Pero Ribeiro va más allá:
“Hay gente que se pregunta: si se dice que se encontró en un mercado y que proviene de murciélagos ¿cómo llega a los animales que están en cría? Lo que sucede es que los murciélagos, las civetas, y otros que se supone que han dado origen a varios virus –incluso una de las teorías es que el virus del SIDA proviene de una mutación de un virus que estaba presente en los simios–, los expanden debido a la destrucción de los hábitats naturales de esas especies, que se desplazan hacia otros lugares. Los animales silvestres pueden tener un reservorio de virus, que dentro de su propia especie están controlados, existen pero no están enfermando a los animales, pero de pronto se trasladan a un medio donde se vuelven una máquina de producir virus, porque se encuentran con muchas otras cepas y virus. Llegan a esos lugares desplazados de sus hábitats naturales. Eso tiene que ver sobre todo con la deforestación, que paradójicamente es también por la expansión de la frontera agrícola. La FAO reconoce que el 70% de la deforestación tiene que ver con la expansión de la frontera agropecuaria. Incluso la FAO dice que en países como Brasil, donde acabamos de ver todo lo que ha pasado con los incendios, por la deforestación para la ganadería, la causa de la deforestación es la expansión de la industria agropecuaria en más del 80%”.9
De acuerdo con informes sobre políticas pecuarias de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación):
“En el decenio de 1990, la superficie forestal mundial se redujo unos 94,000 kilómetros al año, superficie equivalente a la de Portugal. La mayor parte de las tierras desbrozadas y quemadas se destinaron al cultivo y al pastoreo (ver gráfico adjunto), En América Latina, en particular, casi todas las tierras deforestadas se convirtieron en pastizales para criar ganado en sistemas extensivos de pastoreo.
Comúnmente, el proceso de deforestación comienza con la construcción de carreteras que atraviesan los bosques y los abren a la tala y la minería. Una vez desbrozado el bosque a lo largo de la carretera, llegan los agricultores comerciales o de subsistencia y comienzan a producir cultivos. Pero el suelo de los bosques tiene muy pocos nutrientes y es demasiado frágil para sustentar los cultivos por mucho tiempo. Al cabo de dos o tres años, los suelos se han agotado, la producción disminuye y los agricultores dejan crecer la hierba y se van a otra parte. Entonces llegan los productores de ganado.
Se requiere poca inversión para comenzar a criar ganado en tierras baratas o abandonadas, donde ya crece la hierba. Y las ganancias pueden ser elevadas, al menos por un tiempo. Pasados apenas entre 5 y 10 años, el exceso de pastoreo y la pérdida de nutriente convierten las tierras del bosque lluvioso, que antes eran un depósito de biodiversidad, en terrenos estériles”.10
Ribeiro por su parte, agrega que el uso de agrotóxicos, hacen cada vez más resistentes a muchos tipos de mosquitos. Así, el sistema de la agricultura industrial tóxica y química facilita los vectores de enfermedades que llegan a sistemas de hacinamiento en las ciudades, sobre todo en zonas marginales, donde las personas no tienen condiciones de vivienda y de higiene adecuadas. Una de sus advertencias más trascendentes, es que dado lo que está pasando en este momento, no se está previniendo la próxima pandemia. Señala que este virus puede desaparecer, como desapareció el SARS y el MERS, pero pueden aparecer otros, o por una mutación el Covid-19 se puede transformar en Covid-20 o Covid-21, si todas las condiciones que lo generaron permanecen iguales. Alerta que ya se tendría que estar discutiendo el actual sistema alimentario agroindustrial, desde la forma de cultivo, hasta la forma de procesamiento. De no alterarse este círculo vicioso se estarían generando condiciones propicias para otra pandemia. Lo que propone, es terminar con este mecanismo perverso.